Glasgow, la segunda ciudad más importante de Escocia, es un lugar fácilmente visitable en un día. Siendo la ciudad universitaria por excelencia del país, sus abarrotadas calles céntricas, plagadas de modernismo, conviven con una periferia más anclada en lo británico. Con dos noches de estadía a orillas del río Clyde y tras haber visitado, durante el primer día, las luces navideñas de George Square, la catedral de Glasgow y haber paseado por Buchanan Street, es oportuno dedicar las últimas horas a visitar los tres estadios de fútbol más importantes de Escocia.
Desde nuestra ubicación, en un hotel próximo a la Central Station de Glasgow, Hampden Park, Celtic Park y Ibrox forman un triángulo (casi de la misma distancia desde el epicentro). La única certeza de nuestro itinerario era que Hampden Park debía ser el último lugar del recorrido, ya que a primera hora de la tarde nos esperaba un partido entre Queen’s Park y Hamilton. Finalmente, decidimos tirar millas por George Square y acudir primero al templo del Celtic.
Anclado en el distrito de Parkhead, Celtic Park emerge entre carreteras y a las afueras de Glasgow. Con una capacidad para 60.832 espectadores, es el estadio de fútbol más grande de Escocia y el octavo del Reino Unido.
Algo curioso y que me llamó la atención es que, según te vas acercando al estadio, no se ven pintadas, banderas o distintivos del equipo. La historia del Celtic Football Club, además de la belleza de su entrada principal, lo hacen una visita obligada.
Las principales estaciones de tren de Glasgow, Central y Queen Street, están a aproximadamente 45 minutos a pie de Celtic Park. Los fanáticos que viajan al estadio también usan las estaciones de Bellgrove y Bridgeton, que se encuentran a casi dos kilómetros de distancia. Celtic Park se encuentra junto a la A74 (London Road), cerca de las autopistas M74 y M8 y aquellos que viajen en automóvil pueden estacionar en las calles aledañas al estadio.
El Rangers reside en una zona más obrera y más del estilo británico de Glasgow. Al otro lado del río Clyde, Ibrox Stadium emerge, a diferencia de Celtic Park, entre viviendas. En este caso, las banderas del Reino Unido o alguna pintada de los Union Bears –el grupo de aficionados más ruidosos del Rangers- dejan entrever hacia donde te diriges.
Para aquellos que quieran visitar la casa del Rangers tengan en cuenta las estaciones Ibrox y Cessnock del metro de Glasgow y el servicio de autobuses First Glasgow en Paisley Road West.
Pero el plato gordo llegaba después de comer. A las 15:00 hs, el Queen’s Park y el Hamilton se medían en Hampden Park, en un partido válido por la Scottish Championship.
No era una jornada más. Se trataba del regreso del Queen’s Park al estadio que lo albergó durante ¡118 años! Desde 1903 hasta 2021, el Queen’s Park disputó sus partidos en este templo del fútbol escocés. Sú última presentación en Hampden había sido el 20 de marzo de 2021 (vs. Stranraer). A partir de allí, compartió terreno en el Falkirk Stadium, por el resto de la temporada 2020/21, en Firhill Stadium, durante la campaña 2021/22 y, finalmente, en Ochilview Park, durante la 2022/23.
Su nuevo hogar será Lesser Hampden, un campo más pequeño al oeste del estadio principal, que el Queen’s Park utilizaba tradicionalmente para entrenamientos y partidos de equipos de reserva o juveniles. En noviembre de 2019, el club anunció planes para remodelar Lesser Hampden en un terreno con capacidad para 1.774 personas.
Estamos hablando de uno de los equipos con más historia dentro del fútbol británico. El Queen’s Park fue fundado en 1867 y es el club más antiguo del mundo fuera de Inglaterra y Gales. Casi nada.
La alegría por el regreso a Hampden Park, luego de casi dos años, era evidente. La directiva del Queen’s Park se encargó de regalar banderas y gorros del club a todos los aficionados. El estadio, con capacidad para 51.866 espectadores, presentó un ambiente familiar con más de 3.000 personas. Al otro lado de nuestra ubicación, medio millar de aficionados visitantes alentaban a los suyos para salir del descenso. Cosa que no sucedería.
Al frío de un Hampden Park, que antes de las cuatro de la tarde ya presentaba un aspecto nocturno, lo calentaron los goles del Queen’s Park. Pese a que el Hamilton plantó batalla al principio, el partido se fue al descanso con el 4-0 final en el marcador. Los goles de Grant Savoury (x2), Simon Murray y Josh McPake fueron categóricos para el elenco local y devastadores para la visita. Doy fe que algunos aficionados del Hamilton no regresaron para la segunda parte.
El trámite (distendido) de los segundos 45 minutos, dio paso a las investigaciones desde la grada. Con la ayuda de mi hermano Unai, descubrimos que el Queen’s Park llevaba dos ascensos consecutivos, y que hace muy pocos años estaban fuera del fútbol profesional. De hecho, el lema del club plantea la duda de si merece la pena dejar el fútbol amateur, más puro y pasional, por el fútbol profesional, arriesgándose a perder su esencia. No en vano es el club más antiguo de Escocia.
Fue imposible no sentir pena por los aficionados del Hamilton. Siendo el farolillo rojo y enfrentando a uno de los mejores equipos de la liga, se desplazaron y se fueron animando con las ocasiones de su equipo, para acabar mordiendo el polvo pocos minutos después. Menos de la mitad de la expedición aguantó hasta el pitido final.
Y así acabó mi primera experiencia futbolística en las islas. No fue el partido más adecuado para valorar el fútbol británico, pero de ahora en adelante, el Queen’s Park y el Hamilton serán dos equipos que me causen simpatía.
🗓️ (08/12/2022)